Miguel Ángel Tobías es un productor y director de cine y documéntales nacido en Barakaldo. El creador de ‘Españoles por el mudo’ y del más reciente programa ‘El camino interior’, nos cuenta cómo ha sido su trayectoria laboral y hasta qué punto ha afectado ésta en su persona. Un hombre persistente, trabajador y con unos valores muy definidos que, tras años de lucha por mostrarle al mundo la cruda realidad al rededor del mismo y verle tres veces la cara a la muerte, sigue teniendo claro por qué merece la pena vivir y por qué la merece morir.
De Barakaldo al mundo, ¿dónde o cómo comenzó tu carrera laboral?
Pues con 19 años, recién trasladado a Madrid, ya compaginaba mis estudios con mi trabajo los fines de semana en la compañía de teatro de Victor Zalvidea. También empecé enseguida a dirigir un gimnasio y posteriormente, ya con mis estudios acabados, varias clínicas dedicadas a la nutrición. Esto lo compaginaba con trabajos como colaborador en programas de televisión y radio dedicados a la salud.
¿Siempre has sabido que querías dedicarte a la cultura y el entretenimiento?
¡A la cultura si! Siempre he creído que si no cultivamos la dimensión cultural, no podríamos desarrollar toda nuestra dimensión humana. La cultura nos diferencia de todas las especies y nos permite desarrollar pensamiento crítico y un mayor entendimiento del pasado y del tiempo que nos toca vivir. Una vida alejada de la cultura es una vida puramente biológica, materialista y mecanicista.
Hace ya 17 años que creaste el programa ‘Españoles por el Mundo’. ¿Cómo surgió la idea?
Precisamente por esa convicción mía de que necesitamos de la cultura para vivir, y sin duda viajar es una de las grandes fuentes de las que bebe la cultura, si lo hacemos con la intención y el deseo de aprender. Yo me negaba a aceptar que la cultura y el entretenimiento no pudieran ir de la mano, en el sentido de que la cultura fuera para las élites y el entretenimiento para “la masa”. Así que decidí unir los dos conceptos con mi ansia de viajar y conocer el mundo y creé Españoles. Después he seguido tratando de unir ambos conceptos.
Ahora tengo una serie documental en Movistar, “El Camino Interior”, rodada en el Camino de Santiago y que está ayudando a cientos de miles de personas a salir adelante de esa situación de miedo, ansiedad, incertidumbre que nos genera la vida.
Me imagino que después de recorrer prácticamente el mundo entero tendrás mil anécdotas que contar, ¿alguna que te haya marcado en especial?
No es fácil porque han sido muchísimas como dices, y de todo tipo. Piensa que en estos años, además he rodado un proyecto social cada año, que me ha llevado a filmar en zonas de conflicto, de pobreza, de catástrofes, en campos de refugiados, etc., así que son cientos de situaciones extremas y emocionalmente fuertes. Me viene a la cabeza la muerte de un desactivador de minas antipersona en el Sahara tras estallarle una bomba, con el que yo había estado tres días haciendo lo mismo. O ver morir personas por no haber un poco de agua para darles en el terremoto de Haití. También la capacidad del ser humano de salir adelante de las mayores adversidades… ¡Eso da esperanza!
¿Qué mensaje le trasladarías a alguien joven que al mirarte piensa: “De mayor quiero ser como él"?
Primero que el tiempo no existe, así que no debemos vivir condicionados por la edad. Que siempre estamos a tiempo de, al menos, intentar seguir el camino del corazón. Que no deje nunca de intentar hacer algo porque otros le digan que no es posible. Que nunca se rinda. Que tenga fe y esperanza en que a veces, los sueños se cumplen, y por eso hay que perseguirlos con compromiso y pasión. Que la VIDA, con mayúsculas, está al otro lado del miedo. Y que quien no arriesga, no gana. Y por supuesto no querer ser como nadie, sino la mejor versión posible de uno mismo.
Hay algún proyecto que siempre hayas tenido en mente y todavía no hayas podido llevar a cabo?
Los hay, pero mi respuesta anterior comprenderás que yo nunca doy una batalla por perdida si mi corazón me grita que siga adelante. Llevo años intentando conseguir los fondos para rodar un documental sobre las consecuencias del hambre en el mundo, pero no voy a parar hasta conseguir llevarlo a cabo, porque es la mayor vergüenza de la historia de la humanidad, que permitamos que casi 900 millones de personas en el mundo pasen hambre y que mueran 40.000 personas cada día por su causa ¡Me hierve la sangre!
Y también he creado un movimiento, “Generación SLIVING”, para concienciar al mundo de la necesidad de cuidar del Planeta y de las Personas, basado en la Sostenibilidad Social, Económica y Medioambiental.
¿Tu lugar favorito en el mundo?
Te prometo de todo corazón, y no es una frase “slogan”, que mi lugar favorito en el mundo es cualquiera en el que nos juntamos toda la familia. Así que sin duda es Bilbao en Navidad o Alcántara en agosto, pero en un sentido más puramente personal, te puedo decir que en Latinoamérica me siento en casa también. Los atardeceres de África. La conexión con India. La inmensidad salvaje de Australia. La explosión de vida de Brasil… Es muy difícil elegir. Bueno, ¡es imposible!
¿Sabes qué? Yo hace ya muchos años que empecé a sentir que soy ciudadano del mundo y me voy sintiendo de cada sitio en el que voy estando. Solo veo una raza: el ser humano. Y solo veo un país: el planeta Tierra. Creo honestamente que cuando todos lleguemos a esas dos conclusiones, todos los conflictos y la gran mayoría de los problemas del mundo se habrán acabado.
He leído en una entrevista anterior que te hubiera gustado que te preguntaran por qué merece la pena vivir y por qué merece la pena morir. Así que aprovecho la ocasión para hacerlo yo.
¡Qué bueno! Mira, yo he estado tres veces al borde de la muerte, sin contar accidentes de coche, de moto o de paracaidismo. Dos fueron en África, ahogado y envenenado. Y la tercera en Los Andes, a 6.000 metros de altura. Lo cuento en el libro ‘Renacer en Los Andes’, que recomiendo leer a todos aquellos que sientan que la vida les “pesa”. Pues bien, en las tres ocasiones, y sobre todo en Los Andes, porque la muerte caminó a mi lado, de manera consciente, durante muchas horas, comprendí que la respuesta a esas dos preguntas, era la misma: ¡por Amor!